martes, 5 de mayo de 2009

La pantomima de la falta de liquidez y crédito

Desde hace unos meses se viene hablando de la falta de liquidez como si fuera el origen de las desgracias. Después de la falta de crédito, como impulsora del desastre de las empresas.

Es muy común confundir las consecuencias con las causas, porque tienen lugar simultáneamente. El otro día un conocido me comentaba lo jodido que lo tenía España porque le habían bajado la calificación a su deuda. En ningún momento se planteó que lo que había pasado es que le habían bajado la calificación a su deuda porque lo tiene jodido.

Este juego de cambiar las consecuencias por las causas da mucho juego. Ahora estamos dándole vueltas a la falta de crédito como si fuera la causa de las quiebras de las empresas. He oído teorías sobre cómo la crisis del 29 se generó por la falta de crédito, y hasta me las creí.

Ahora, viviendo una crisis de las gordas en tiempo real, con la inestimable ayuda de la bendita www, me doy cuenta de cómo se retuercen los conceptos para buscar al culpable que no culpe a nadie.

Al estallar la burbuja financiero-inmobiliaria, lo que se produce es un aumento del riesgo, más bien una multiplicación del riesgo, mejor aún el riesgo se eleva de forma exponencial. Durante el crecimiento de las burbujas, el riesgo casi desaparece, el propio crecimiento arrastra consigo una ola de beneficios, créditos salvadores y dinero circulando que hace que prácticamente nadie ni nada sea insolvente. La demanda crece y crece.

La cerilla está encendida y todo el mundo se la pasa alegremente. A todos les sirve para iluminar su negocio, hasta que llega el momento del cambio de tendencia. Según se acerca, todos los que se pasaban la cerilla empiezan a darse cuenta casi a la vez, de que la cerilla se acerca al dedo y de que se van a quemar. Entonces el riesgo que no existía por ningún lado, aparece por todas partes, porque todo se viene abajo.

Al aparecer el riesgo, los créditos se contraen, pero es que no pueden no contraerse, es más, no deben no contraerse.

El fulano que tenía una constructora empieza a tener un riesgo muy alto de impago desde ese momento. El de la empresa de ladrillos también, pero él no se da cuenta en ese momento. El empleado de la empresa de arcillas también, pero tampoco se da cuenta, y el empleado de la fábrica de coches, y el de la empresa de informática.

Todos empiezan a tener un riesgo muy elevado, pero siguen yendo al banco a pedir una hipoteca. Y se extrañan de que no se la concedan.

Las empresas se deben siempre mucho dinero unas a otras, pero nadie se da cuenta todavía de que ese dinero ya no existe. La cadena se ha roto y ellos no van a cobrar, pero no lo ven, y siguen pensando que su problema es no tener un crédito para una situación transitoria, cuando lo que tienen encima es una situación irreversible... hasta tocar fondo.

La falta de liquidez y el crédito son consecuencias, no causas. El hecho de que estas consecuencias catalicen el proceso de descomposición acelerándolo, es lo que lleva a la confusión con la realimentación. No son realimentadores del proceso, sino únicamente aceleradores. El hecho de que los gobiernos del mundo entero supuestamente estén actuando para inhibir los efectos perniciosos de los catalizadores nunca va a detener el proceso, únicamente a ralentizarlo.

Si además, en su intento de detener el proceso, sólamente ralentizándolo, lo que hacen es generar más deuda y más riesgo, lo que están haciendo es cavar una fosa más profunda a la que nos están bajando lentamente.

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